Gibraltar es la espinita clavada en la Historia de España,
especialmente para los más nacionalistas, que aprovechan cada ocasión para
reclamar la soberanía perdida hace 300 años sobre La Roca. Se trata más bien de
una reivindicación basada en el orgullo patrio que en una importancia capital porque
Gibraltar no tiene ahora el valor geoestratégico de antaño. Sin embargo, el
conflicto reaparece cada cierto tiempo, especialmente con los gobiernos de la
derecha que responden muchas veces con excesiva vehemencia a incompetencias
llegadas desde el Gobierno de Gibraltar.
España debería centrarse en la cuestión importante en este
momento y olvidar reclamaciones territoriales. No se trata de amilanarse ante
las provocaciones que llegan desde Gibraltar, especialmente desde su Primer
Ministro Fabian Picardo, sino de recordar que el origen de este nuevo
enfrentamiento es, como tantas otras veces, un conflicto pesquero y que son estos
los que están sufriendo las consecuencias y los que con más premura necesitan
una solución.
Lo de “Gibraltar Español” no es más que una utopía. Una aspiración
imposible hasta para el más patriota. Los gibraltareños ni quieren ser
españoles ni les interesa, por lo que el único objetivo para con El Peñón debe
ser el de acabar con su modelo económico.
Objetivo en el que no solo debería participar España, sino también el Reino
Unido y la Unión Europea.