“No podemos elegir, no tenemos esa libertad”. Así intentaba
maquillar Mariano Rajoy la semana pasada el mayor recorte de la historia de
nuestro país. Yo pensaba que precisamente la labor de un gobierno era la de tomar
decisiones porque para eso recibieron el apoyo ciudadano. Aunque claro, el
programa electoral con el que se presentó el Partido Popular decía
completamente lo contrario a lo que está haciendo desde que asumió el poder.
El PP lleva seis meses en el poder sepultando su
credibilidad. Más allá de las medidas que asfixian a los ciudadanos, su
victoria está basada en una mentira, en un programa que ahora no es más que
papel mojado porque, según el propio Rajoy, “las circunstancias han cambiado”.
El cambio que se muestra más importante es el de que antes estaba en la
oposición y ahora ocupa el sillón de Presidencia. Las declaraciones anteriores
al 20 de noviembre de dirigentes populares parecen ahora una comedia de humor
negro. El galimatías llega hasta el punto de que la página web “No más IVA”,
creada por el PP tras la subida de dos puntos por el Gobierno de Zapatero,
seguía funcionando el día que el Ejecutivo actual decidió subir dicho impuesto.
Pero las mentiras no acabaron tras las elecciones. Declaración tras declaración
se ocultan recortes y ajustes tras eufemismos vacíos y se omiten algunas
medidas solo conocidas tras consultar el BOE.
Desde luego que el gobierno tiene otras alternativas para
dejar de apretar a la ciudadanía y potenciar el crecimiento económico y desde
luego que hay otra forma de gobernar, porque lo peor de este Ejecutivo no son
sus decisiones, sino sus desinformaciones, sus mentiras y sus ocultaciones. Eso
es lo que provoca entre la gente la sensación de que le están tomando el pelo y
lo que está ensuciando la imagen del PP, acrecentada por la escena de sus
diputados aplaudiendo las medidas de recorte de Rajoy la semana pasada en el Congreso.
Pero, sin duda, la principal mancha a la imagen de los populares la ha hecho
Andrea Fabra con ese “que se jodan” dirigido a los parados y con esa disculpa
en una nota casi tan deplorable como el grito que propinó el miércoles pasado.
Foto: Intereconomía.com
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