Se acercaba el momento en el que la Unión Europea (léase Alemania)
propondría medidas más drásticas y dolorosas como contraprestación a los
rescates de los países del sur. Y qué mejor que hacerlo con un país de apenas
un millón de habitantes y cuya importancia dentro de la cúpula europea es mínima.
Chipre era un lugar idóneo como banco de pruebas y así se decidió que sus
ciudadanos pagaran las deudas que los bancos habían contraído con un impuesto directo
a las cuentas bancarias. Atrás quedaba la protección a los depósitos de menos
de 100.000 euros.
Es cierto que el sistema financiero chipriota posee unas
peculiares características y que una mínima parte del dinero de esos depósitos
proviene de inversores rusos que utilizaron la ventajosa situación fiscal de la
isla para lavar dinero pero la situación era ya conocida por los dirigentes
europeos allá por 2008, cuando Chipre introdujo el euro y, aun así, los
ciudadanos no son ni de lejos responsables de esta situación.
Con lo que no contaban los dirigentes europeos es con la
negativa de la totalidad del Parlamento chipriota a las exigencias. La
desastrosa política de la Unión Europea durante la crisis económica ha llegado
a un punto límite y las voces discordantes gritan cada vez con más fuerza. En
Chipre parece que no están dispuestos a pasar por el aro. Ninguno de los
rescates anteriores a países de la Unión Europea mejoró la situación. Ni en
Grecia, ni en Italia ni en España. Y es difícil aceptar unas exigencias aun más
drásticas que en aquellos estados.
Esta negativa pone en
un brete a los mandamases de Europa, que se han mostrado incapaces de
establecer un Plan B que solucione la papeleta. La única respuesta ha sido la
de un ultimátum para que el Gobierno de Nicosia arregle la situación antes del
lunes y mientras asisten expectantes a los debates que estos días se
desarrollan en el Parlamento del pequeño país mediterráneo.
Chipre se encuentra ahora ante una situación que le puede
llevar hasta salir del euro. Quizá incluso sus ciudadanos obliguen a sus
gobernantes a no pagar su deuda como ya ocurriese en Islandia. Posiblemente este
ultimátum se convierta en una bomba que termine explotando en las manos de los dirigentes europeos, con las
consecuencias desastrosas que supondrían para el futuro del euro y de la unión.
Foto: lavanguardia.com