Hace apenas dos semanas, la temporada pintaba mal para el
Real Madrid. Navegando a la deriva en la Liga casi desde el comienzo, la Copa y
la Champions eran la única esperanza para los merengues, pero los partidos de
ida ante Barcelona y Manchester United habían puesto las eliminatorias cuesta
arriba para los de Mourinho, que en apenas una semana se jugaba la temporada
con sendos partidos de vuelta, además del Clásico liguero en medio de ambos.
Sin embargo, el Real Madrid ha culminado su semana mágica
con un rotundo éxito. De más a menos, comenzando con una exhibición en el Camp
Nou y sufriendo en Old Trafford, pero encarrilando las dos competiciones en las
que todavía sigue vivo. De paso, estos triunfos sirven para asestar un duro
golpe a la moral de su máximo rival, el Barcelona, que a pesar de tener la Liga
casi en el bolsillo, se encuentra sumido en la mayor crisis física, de juego y
de identidad desde el año 2008.
A pesar de cosechar estos triunfos, la temporada del Real
Madrid solo podría ser calificada de exitosa si consigue levantar la ansiada
décima Copa de Europa. La Liga está, salvo debacle blaugrana, imposible y la
Copa se antoja un título insuficiente para un equipo como el Real Madrid. La
confianza y la capacidad para ganar la Champions la tienen pero el nivel de
juego que empleó el equipo ayer en Manchester parece insuficiente para tal
propósito. Tan solo en el Camp Nou el pasado martes se vio a un gran Real
Madrid, ni siquiera en el triunfo liguero ante los blaugrana los de Mourinho
realizaron un gran partido, que ganaron más bien por demérito culé. Restan una
final en Copa y cinco en Champions para que la semana mágica blanca no quede en
una anécdota dentro de una temporada mediocre en Liga, un nuevo reto para un
Mourinho acostumbrado a ellos.
Foto: marca.com
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