Rafa Nadal sumó ayer su octavo título de Roland Garros y su
duodécimo Grand Slam. Después de pasarse medio año en el dique seco, volvió
como siempre, ganando. A nadie le deberían quedar dudas de que se trata del
mejor deportista español de la historia. Ángel Nieto, Manolo Santana y
Severiano Ballesteros abrieron el camino, Induráin marcó una época en los 90 y
con el nuevo siglo comenzó lo que llaman la Edad de Oro del Deporte Español con
deportistas cosechando éxitos en multitud de disciplinas. Pero ninguno de ellos
ha sido como Nadal. Nadie ha dominado su deporte durante tantos años como el
manacorí lo ha hecho. Ninguno de ellos tiene el reconocimiento internacional de
Nadal. Lleva desde 2004, cuando fue uno de los protagonistas de la Copa Davis,
consiguiendo éxitos. Todos los años termina triunfando, con más o menos
dificultades, con más o menos problemas físicos, pero siempre está ahí.
Levantando trofeos y agigantando su leyenda.
Pero lo mejor de Nadal es cómo su forma de ser ha calado
entre los aficionados. Se ha ganado el cariño a base de humildad y carácter,
que demuestra en cada partido que juega. Porque sus victorias son cosechadas a
base de casta. Es humano, no es ningún portento físico, de hecho éste suele
jugarle malas pasadas. No tiene la clase de Federer ni la fuerza de Djokovic
pero cuenta con un coraje al que ninguna de las otras estrellas se puede ni
acercar. Esto seguramente le haga acercarse al público más que cualquier otro
deportista.
Después de los meses complicados, parecía que su legado
estaba llegando a su fin pero esta victoria en París da motivos para seguir
creyendo en el mejor deportista español de siempre y para esperar más éxitos de
una carrera de leyenda.
Foto: AFP
No hay comentarios:
Publicar un comentario