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martes, 26 de noviembre de 2013

Simplemente, The Best

“Siempre he pensado que yo era el mejor jugador de la historia”. Así se veía a sí mismo George Best. Su insolencia superaba su ya de por sí excelso nivel futbolístico y su carisma le convirtió en un icono pop de la década de los 60 en Reino Unido. Esta semana se cumplen ocho años de su fallecimiento, que conmocionó a su país natal, Irlanda del Norte, y a todo el fútbol británico. Su maltrecho cuerpo, deteriorado por una vida llena de excesos, había dado ya algunos sustos. “He gastado mucho dinero en mujeres, alcohol y coches rápidos, el resto lo he desperdiciado”, dijo. Nunca lo ocultó, es más, siempre hizo gala de su forma de vida. Quizá eso nos privó de haber visto una carrera futbolística más exitosa ya que desde los 22 años solo mostraba su talento a cuentagotas.
Debutó a los 17 años en un equipo herido. El accidente aéreo de Múnich de 1958 privó al Manchester United de una época que parecía destinada a los triunfos y supuso un fuerte golpe moral. El entrenador Matt Busby, superviviente de la tragedia, se vio obligado a reconstruir el equipo con Bobby Charlton, que también se salvó en el desastre, como bandera. Best se iba a convertir en hombre clave para ese resurgimiento. Poco después del debut del de Belfast, el United volvió a ser campeón de liga gracias a la velocidad, habilidad y técnica de Best, y en 1966, el extremo norirlandés se coronó internacionalmente con una hat-trick frente al Benfica en Copa de Europa. Allí los periódicos portugueses le apodaron el Quinto Beatle, sobrenombre con el que pasó a la historia.
Su gran año fue 1968 cuando alzó la Copa de Europa en Wembley frente al Benfica con gol suyo en la prórroga. El fútbol europeo se rindió al joven extremo del United y recibió el Balón de Oro como mejor jugador de Europa. A partir de entonces, la frivolidad tanto dentro como fuera
del campo tomó las riendas de su vida. El fútbol pasó a un segundo plano y sus grandes actuaciones dejaron de aparecer con asiduidad. Se volvió un ídolo de masas, especialmente entre el género femenino, y explotó su imagen de icono pop hasta situarla por encima de la de su figura de futbolista.
El nivel de Best fue decreciendo poco a poco hasta salir del equipo de Manchester para iniciar un periplo que le llevó a jugar en innumerables equipos, sobre todo en Estados Unidos. Pero nunca volvió a ser el de sus primeros años. Pese a ello, nadie le reprochó nunca su comportamiento. Su forma de entender la vida acrecentó aun más si cabe su fama y su mito y su memoria se guarda con enorme respeto en las Islas Británicas.  

George Best sigue presente hoy en Old Trafford representado en una estatua junto a los otros grandes de la historia del Manchester United, Bobby Charlton y Denis Law. Su recuerdo permanecerá por siempre en la afición de los Diablos Rojos y en la todo el fútbol británico.


Foto 1: elenganche.es
Foto 2: Clarín.com

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