En un país poco acostumbrado a las dimisiones se hace aun
más extraño la de Esperanza Aguirre, tanto por el momento, apenas hace año y
medio que resultó reelegida, como por su personalidad, una de las más fuertes
dentro de su partido.
Los motivos de su marcha no quedaron del todo claros en esa modesta
rueda de prensa. Alegó, como de puntillas, causas familiares y señaló que la
vida política no dura para siempre, pero quizá detrás esté el motivo de que no
encuentre posibilidad alguna de seguir escalando en el escalafón político de su
partido y de España. Parecía claro que su meta era alcanzar la Presidencia del
Gobierno, fin ahora imposible, y que una nueva Presidencia de la Comunidad de
Madrid, cuando ya ha tenido tres con mayoría absoluta, no era suficiente
aliciente para una mujer que ha podido situarse como una de las figuras
políticas más importantes de España, a pesar de sus múltiples meteduras de
pata, con unas inmensas dosis de populismo pero con una personalidad
arrolladora que no desfalleció ni siquiera cuando se vio apartada de la alta
dirigencia de su partido.
Su enfermedad, sin duda, también ha tenido que influir en su
decisión. Quizá ella lo ha visto también como una señal de que el final había
llegado. Pero cuesta creer que sea la causa definitiva en una mujer que, tras
su a veces evidente torpeza, escondía máximas ambiciones.
La dimisión de Aguirre abre una nueva escena política tanto
a nivel regional en Madrid como a nivel estatal. Su sucesor Ignacio González no
cuenta con el carisma de su predecesora, lo cual abre dos frentes distintos.
Por un lado, la confianza del electorado madrileño no será la misma y, por
otro, le será complicado mantenerse al frente del PP madrileño, opuesto en
muchas ocasiones a las directrices marcadas desde Génova. A Esperanza Aguirre
sí se le mantenía en su puesto a pesar de divergir en numerables ocasiones con
Mariano Rajoy u otros dirigentes populares porque, en el fondo, el Presidente
del Partido Popular sabía que la Presidenta de la Comunidad de Madrid era uno
de los miembros más influyentes de su partido y una figura que aseguraba el
buen resultado electoral. Por ese motivo, lo que podría ser una buena noticia
para el PP, en vistas de lograr mayor unanimidad, pasa a ser un nuevo problema
porque Aguirre era una figura que por su personalidad aseguraba el voto de
muchos ciudadanos afines a la derecha pero discrepantes con la línea del PP en
los últimos tiempos.
Foto: 20minutos.es
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