El Real Madrid venció ayer por dos goles a uno al Barcelona
en el Camp Nou y sentenció prácticamente la Liga. Cuenta con una diferencia de
siete puntos sobre los culés cuando solo faltan doce por disputarse. Esta victoria
podría suponer solamente un nuevo título de Liga para los blancos, el trigésimo
segundo de su historia, uno más de un equipo acostumbrado a ganar. Pero lejos
de eso, el triunfo significa mucho más para el Real Madrid. Los blancos llevan
oyendo toda la temporada que la diferencia frente al Barça no era
real porque había que restar los tres puntos que lograrían los azulgrana en el
Clásico del Camp Nou, por ello los jugadores merengues querían demostrar que sí
que pueden vencer en la cancha del eterno rival. Incluso si el conjunto de
Mourinho hubiera logrado el título de Liga sin ganar en el Camp Nou, todavía quedarían voces que dudarían que los blancos estuvieran a la altura de los de Guardiola. La incapacidad blanca de vencer al Barcelona en los tres últimos años
suponía una losa muy importante en el madridismo pero ayer, por fin, se pudo
vencer a los azulgrana y dar un golpe sobre la mesa, un golpe de campeón,
porque el Madrid no ha dejado nunca de serlo y, ahora si cabe, lo es más aún
porque conseguirá el campeonato después de tres años de dominio azulgrana. Todo ello además sin polémicas ni 'trivotes', solamente con fútbol y goles.
El resultado de ayer supone un cambio de ciclo. Esto no
significa que a partir de ahora el Madrid vaya a ser el dominador del fútbol
español y europeo sino que el Barcelona sabe que su rival es mucho más fuerte
que antes y puede vencerle en cualquier situación. Los azulgrana son
conscientes de que el Madrid está a un nivel similar o superior al suyo y de que ya no serán ese equipo que arrollaba
en todas las competiciones y que humillaba a los blancos enfrentamiento tras
otro.
Foto: futbolred.com
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