El Málaga cayó ayer eliminado de la Champions League de la
manera más cruel. Cuando soñaban con las semifinales, un golpe en forma de dos
goles en el tiempo añadido los despertó de repente. El último de los tantos,
además, en un fuera de juego clamoroso. Es entendible que se critique a la
UEFA, al colectivo arbitral y al organigrama futbolístico después de caer
eliminado de este modo pero parece exagerado hablar de conspiraciones contra el
club malacitano o de robos. Analizando lo ocurrido en este y otros partidos con
frialdad, el problema tiene más que ver con el nivel del arbitraje.
Los dirigentes del colectivo arbitral en FIFA, UEFA y
federaciones nacionales deberían reflexionar sobre su trabajo. No es aceptable
que se consideren los errores arbitrales como parte de un encuentro. No se
puede imponer como norma el “los árbitros te dan y te quitan”. El fútbol es un
deporte que se decide en detalles y demasiadas veces éstos son provocados directamente
por los árbitros y sus asistentes. No se trata de implantar tecnología o de
colocar más jueces en el campo (la labor del árbitro de área se está
demostrando que es totalmente inútil), si no de que los que dirijan cada
partido estén plenamente capacitados para hacerlo y esto es algo que no siempre
sucede (los arbitrajes “caseros” en Europa es escandaloso).
No dudo que haya buenos árbitros, pero parece que lo
importante para dirigir partidos trascendentes no es su nivel sino el contar
con el beneplácito de sus responsables.
Foto: marca.com
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