Discutir la importancia de Messi en el Barcelona es tan
ridículo como intentar convertirlo en una especie de Cid blaugrana, que con su
sola presencia en el enfrentamiento es capaz de derrotar al adversario. La
figura del argentino ha llegado a ser tan fundamental que ni los técnicos se atreven
a dejarlo fuera en los encuentros clave, aunque su condición física no sea la
apropiada y aunque existan otros futbolistas en la plantilla que, si bien no
alcanzan ni de lejos su nivel, sí que tienen categoría para realizar una labor
más que notable.
Messi no debió en ningún caso participar en el encuentro del
martes en Múnich. Estuvo los 90 minutos deambulando por el campo totalmente
ajeno al desarrollo del partido, en el que apenas intervino y cuando lo hizo
fue sin ninguna notoriedad. Actuó como una figura errante. En un equipo sin
alma, como fue el Barcelona, ver a tu supuesto líder por el campo sin ningún
ánimo no ayuda a levantar la moral.
Tito Vilanova, al que cuesta criticar por su especial
situación, no ha sabido gestionar adecuadamente los problemas físicos de Messi.
A ninguno de los dos se les puede achacar la durísima derrota sufrida en Múnich
pero la decisión de que jugara conllevó, además de disputar el partido con uno
menos, el aumentar el desasosiego de dos futbolistas como Villa y Cesc que ya
estaban teniendo este año escasa relevancia y que vieron como un jugador sin
las condiciones adecuadas disputaron el partido en su detrimento.
Foto: marca.com
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